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Hacia el año 1150, el rey Geza II de Hungría fundó la Orden de San Esteban de Hungría, consiguió hacerse con un hospital en Jerusalén que confió a religiosos y caballeros de esa Orden, los cuales la transformaron en una orden hospitalaria y fueron conocidos como los “estefanitas”, de los cuales derivará la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén (más tarde conocida, popularmente, por el nombre de sus sucesivos asentamientos, Chipre, Rodas y, por fin, Malta).

Conquistada Jerusalén por las huestes de la primera Cruzada, se consolidó el carácter militar de esta Orden, que tuvo su primera sede (1142) en el castillo del Crac de los Caballeros, en Siria. Cuando Saladino conquistó Jerusalén en 1187 (en cuya acción murió el Gran Maestre de la Orden), pasaron a San Juan de Acre (hoy en día perteneciente a Israel y donde fracasó estrepitosamente Napoleón en 1799) , allí construyeron otro hospital. Expulsada la Orden, nuevamente, en 1291, se instaló en Chipre.

En 1301 la Orden instauró organizó sus posesiones en las «Lenguas», que eran grupos geográficos de Prioratos. Desde 1492 existen ocho Lenguas, a saber:Provenza, Auvernia, Francia, Italia, Aragón-Navarra y Castilla -León-Portugal.
En 1310 la Orden se instaló en Rodas. Allí se fortificó, comenzó a practicar el corsarismo que le reportó grandes beneficios y pronto acuñaron su propia moneda, convirtiéndose en una especie de estado insular (el Dodecaneso) que era una flecha apuntada en el bajo vientre de la Anatolia turca, con dos posesiones (rehenes estratégicos) en el continente, Esmirna y el castillo de San Pedro.

La fuente más cercana a los hechos la encontramos en este libro, del cual hay ediciones facsímil, publicado a los tres años de la caída de Rodas:

La muy lamentable conquista y cruenta batalla de Rodas, nuevamente sacada de la lengua latina en nuestro vulgar castellano, y puesta por mejor modo que en el latín estaba. Por el bachiller Cristóbal de Arcos, clérigo cura de la Sta. Iª de Sevilla. Salamanca, en casa de Juan Varela, 1526.

Solimán I, sucedió a su padre, el sultán Selim I, en septiembre de 1520. Comenzó su reinado emprendiendo una campaña militar contra las potencias cristianas en Europa Central y el Mediterráneo. Belgrado cayó, por fin, en 1521 y enseguida montará la conquista de Rodas.

En la conferencia se explican los antecedentes de esta campaña a partir de la caída de Alejandría, singularmente el sitio de 1480, donde fracasó el Sultán Mohamed II debido a la precisa preparación del terreno, por parte de los caballeros de la Orden, y a la actuación de su caballería contra los recién desembarcados. También se comenta el pensamiento de Solimán relativo a su sed de conquistas.

En julio de 1522 se inició el sitio de Rodas; conquistando lo otomanos, en primer lugar, el castillo de San Pedro con la ciudad de Halicarnaso (uno de los comentados rehenes) que renombraron Bodrum.

Solimán dispuso de 300 barcos para trasladar una fuerza de desembarco de 100.000 combatientes, de los cuales 10.000 eran jenízaros. La mandaba el visir Pirí Bajá, aunque el propio Solimán se incorporaría un mes más tarde para ponerse al frente de sus tropas. La guarnición de Rodas se componía de 600 caballeros, de varias lenguas, mandados por el gran maestre de la orden, Philippe Villier, y 5.000 soldados. Contaban con siete galeras que no pudieron burlar el bloqueo turco.

Comenzó el sitio con intensos bombardeos sobre los muros. Pero éstos aguantaron bien los impactos. La artillería cristiana, como habían planeado previamente, en lugar de intentar la “contra batería”, se dedicó a bombardear las trincheras turcas causando estragos en su Infantería. La guerra fue fundamentalmente de “minas” y, gracias al ingenio del caballero Gabriel Martiniego, que instaló un sistema de tambores enterrados cuyos parches vibraban y advertían de la zapa a los defensores.

El 4 de septiembre, tras cinco semanas de asedio, los turcos consiguieron abrir brecha en el bastión de Inglaterra gracias a dos minas. Los atacantes lanzaron enseguida un poderoso asalto, pero una carga desesperada organizada por el gran maestre, rechazó a los atacantes.

A la vista de sus pérdidas, Solimán decidió rendir la plaza por el hambre, pero al llegar un barco procedente de Creta con 300 voluntarios venecianos, volvió al sistema de asaltos masivos.

El 11 de diciembre se intentó negociar una capitulación, pero las exigencias cristianas resultaron inaceptables. Los jenízaros tomaron el baluarte de Aragón el 17 de diciembre y el gran maestre solicitó una tregua el 20 inmediato siguiente.

Solimán dio a los caballeros un plazo de doce días. El 1 de enero de 1523 los caballeros abandonaron Rodas y se instalaron en Creta. Finalmente, en 1530, el emperador Carlos V les cedió Malta que se convirtió en el centinela del Mediterráneo Occidental frente a la pretensión turca de llegar hasta el Estrecho de Gibraltar. Malta se salvará de los turcos en 1565 gracias al socorro enviado por Felipe II y en Lepanto (1571) se parará esa expansión marítima mediterránea definitivamente.

“Nada en el mundo perdióse tan bien como Rodas” exclamó Carlos V. Las condiciones concedidas fueron inmejorables. La encarnizada defensa obligó a Solimán a hacer concesiones para ganar lo que le hubiese costado todavía más bajas, estimadas en 50.000 turcos y 4000 cristianos (sin contar las víctimas civiles).

Termina la conferencia explicando las lecciones aprendidas en el sitio de Rodas y mostrando el máximo de la expansión turca que terminó asentándose y poniendo su frontera en la orilla Sur del Danubio.

 

José María Blanco Núñez
Secretario General de la Real Academia de la Mar.