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Reseña de la conferencia de Marcelino González para la Real Academia de la Mar

ELCANO. SALIDA DE MACTAN Y REGRESO A ESPAÑA.

2 de noviembre de 2021.

El portugués Fernando Magallanes, salió de Sanlúcar de Barrameda con una escuadra española de cinco naos – Trinidad, Concepción, Victoria, San Antonio y Santiago –, para buscar un camino hacia las Islas de las especias, las Molucas, navegando hacia occidente. Su idea partía de lo acordado en el Tratado de Tordesillas, firmado entre España y Portugal en 1494, con la intermediación del Papa, por el que se repartían el mundo en dos mitades, limitadas por un meridiano trazado 370 leguas al oeste de las Islas de Cabo Verde. Magallanes decía que podía navegar hacia el oeste de dicho meridiano, cruzar por un paso que había al sur del continente americano, que comunicaba el Atlántico con el llamado Mar del Sur descubierto por Balboa en 1513 – al que más tarde el propio Magallanes iba a bautizar océano Pacífico -, y continuaría hacia occidente hasta llegar a las Molucas, asegurando que dichas islas estaban en la zona de influencia española definida por el citado Tratado de Tordesillas.

En su viaje, Magallanes llegó a las hoy Filipinas con solo tres barcos – Trinidad, Victoria y Concepción -, donde hizo amistad con el cacique de Cebú, Humabon, y falleció en la batalla de la vecina Mactan el 27 de abril de 1521, al luchar contra el cacique Lapu-lapu. A aquella batalla le siguió la traición de Humabon, que masacró a unos 30 expedicionarios en una comida de despedida. Y los tres barcos escaparon para seguir la búsqueda de las Islas de las Especias.

Tras varias vicisitudes, entre las que estuvo la quema de la nao Concepción por tener mucha broma – un molusco que come la madera -, y por quedar solo 108 hombres, que eran insuficientes para tripular las tres naos, los dos barcos restantes llegaron a Tidore – una de las Molucas -, el día 8 de noviembre de 1521. Mandaba la escuadra y la Trinidad, Espinosa, que era el alguacil de la flota, y la Victoria estaba al mando de Juan Sebastián de Elcano. En Tidore gobernaba Almanzor, que hizo amistad con los expedicionarios y les dio todo tipo de facilidades para comprar especias.
Tras cargar las dos naos, sobre todo con clavo, canela, nuez moscada y jengibre, y presionados por los portugueses de la cercana isla de Ternate, salieron a la mar el 18 de diciembre de 1521. Pero al aparecer una vía de agua en la Trinidad, regresaron a puerto. Y al ver que la vía de agua no se podía reparar de forma inmediata, los capitanes de las naos decidieron navegar con independencia: la Victoria saldría inmediatamente rumbo al oeste aprovechando los vientos reinantes, y la Trinidad lo haría hacia el este una vez subsanada su avería.

La Victoria zarpó el 21 de diciembre con 60 hombres a bordo: 47 expedicionarios y 13 indígenas. Navegó entre islas hasta llegar a Timor, donde aprovisionó, y salió de nuevo para entrar en el Índico. Por ser un mar que, de acuerdo con el Tratado de Tordesillas, caía en la zona de influencia de Portugal, y para no encontrarse con portugueses por el camino, Elcano navegó muy al sur. El 18 de marzo de 1522, rebasó la isla de Amsterdam, y llegó al cabo de Buena Esperanza, que, tras muchos problemas y la rotura de un palo por el mal tiempo, dobló del 18 al 19 de mayo, y empezó a navegar por el Atlántico con rumbos norte y noroeste. Intentó entrar en algún lugar seguro de África, pero no lo encontró, y a la vista de la gran falta de alimentos a bordo y de la mucha gente que moría de hambre, decidió acercarse a las islas portuguesas de Cabo Verde para tratar de hacer víveres. Tras decirles a los portugueses que el barco venía de América en un convoy, del que se había separado por la rotura de un palo, envió a tierra la lancha para aprovisionarse, y por dos veces, la embarcación regresó a la nao con arroz y otras provisiones, pero a la tercera vez, la lancha fue apresada por los portugueses, y sus 13 hombre fueron hecho prisioneros. Quizás alguien se había ido de la lengua o había pagado con clavo, lo que, unido a un error de un día en la fecha en que se encontraban, alertó a los portugueses, que también trataron de apresar a la Victoria.

Pero Elcano actuó con rapidez y puso rumbo al oeste y después al norte, rebasó las Canarias y las Azores, donde, aprovechando los alisios del norte, cayó al sudeste para recalar en San Vicente. El 6 de septiembre de 1522 entró en Sanlúcar de Barrameda, después de haber completado la vuelta al mundo. Y el 8 de septiembre, la Victoria entró en Sevilla con solo 21 hombres a bordo – 18 expedicionarios y 3 aborígenes -, dejando atónitos a muchos que crían que ya se había hundido hacía tiempo.

Por aquella gesta, Elcano recibió de Calos I una pensión anual de 500 ducados, que nunca cobró, y un escudo de armas con el lema “Primus Circumdedisti Me”. El total de la expedición costó 8.334.335 maravedíes, de los que el rey había puesto 6.454.209 maravedíes, y el financiero Cristóbal de Haro había aportado 1.880.126 maravedíes. Las especias traídas por la Victoria – 524 quintales de clavo y otras -, fueron vendidas en la bolsa de Amberes por un total de 8.750.000 maravedíes, lo que arrojó unas ganancias de 415.665 maravedíes.

Además del saldo positivo de la expedición, el regreso de Elcano y la Victoria, vino a demostrar de forma fehaciente y sin margen de discusión que: la Tierra era redonda; había un paso del Atlántico al Mar del Sur o Pacífico por Sudamérica – el estrecho de Magallanes -; la Tierra era mucho más grande de lo que se creía; se le podía dar la vuelta navegando; el océano Pacífico era enorme; en los confines del mar no había las terribles bestias ni los grandes precipicios que decía la gente; al otro lado del Mundo la gente estaba de pie en lugar de estar patas arriba; había otras civilizaciones, otros usos y costumbre; y había otra fauna y flora. La llegada a España de Elcano con la Victoria, revolucionó la geografía, amplió considerablemente el mundo conocido, y puso la primera piedra para lo que hoy llmamos “globalización.